Puntos de interés de la ciudad
Barcelona y la arquitectura más vanguardista
Una urbe del siglo XXI
Fiel a su espíritu creativo, moderno e innovador, Barcelona continúa reinventando su paisaje urbano. Junto al legado arquitectónico que dejaron en la ciudad épocas doradas, como la edad media, con un gótico extraordinario que todavía se puede admirar y tocar, se puede disfrutar del modernismo, que desde finales del siglo XIX y hasta el primer tercio del XX cubrió la ciudad de verdaderas joyas arquitectónicas. Actualmente, toda esta riqueza convive con los espacios monumentales proyectados en los últimos veinte años.
Vanguardia arquitectónica
La arquitectura barcelonesa contemporánea es prolífica, casi incontable: la organización de los Juegos Olímpicos de 1992 supuso una auténtica revolución urbanística que permitía a la ciudad encarar el futuro, el siglo XXI, preparándose para ser, nuevamente, referente de la vanguardia. Barcelona recuperó el orgullo abriéndose al mar, viendo crecer barrios enteros, paradigmas de una arquitectura posmoderna y humanista, como la Villa Olímpica, un oasis de obra vista levantado sobre la antigua Barcelona industrial, o el nuevo Port Vell, con un muelle que entra en el mar como una lengua de madera. En uno de sus extremos, una enorme y colorida escultura en forma de cara femenina, obra del norteamericano Roy Lichtenstein, referente del pop art, anunciaba a los cuatro vientos aquello ineludible: la ciudad entraba, atrevida y con paso firme, por la puerta grande en el siglo XXI. Una declaración de intenciones que se ha visto cumplida con creces.
Del MACBA al TNC
De aquella época son también la impresionante mole blanca que se levanta en el corazón del Raval: el Museo de Arte Contemporáneo de Barcelona, el MACBA, un ejemplo del racionalismo más avanzado, obra del norteamericano Richard Meier; o el Palacio de Sant Jordi, en plena montaña de Montjuïc, del japonés Arata Isozaki, y la torre de telecomunicaciones, de 136 metros de altura, conocida como la Torre Calatrava, una pieza de acero blanco de silueta imposible. Al otro lado de Montjuïc, años más tarde, florecía el nuevo Jardín Botánico, la evidencia de las maravillas que la intervención humana es capaz de hacer en el paisaje natural. En la otra montaña de la ciudad, en Collserola, se erige otro icono de la contemporaneidad: la Torre de Collserola, de 288 metros con un mirador situado en la décima planta. El arquitecto británico Norman Foster fue su diseñador. La música y el teatro se vieron recompensados también con la construcción de nuevos espacios culturales, como El Auditorio, uno de los principales centros musicales de la ciudad, obra de Rafael Moneo y que es otro ejemplo del racionalismo de los nuevos tiempos. Su atrio central, con una monumental cúpula cúbica de cristal, es una de las joyas del edificio. Muy cerca, junto a la plaza de las Glòries, se levanta el monumental Teatro Nacional de Cataluña, un espectacular edificio en forma de templo griego, obra del arquitecto Ricard Bofill.
Radicalmente contemporánea
Ya inmersos en el siglo XXI, el impulso creativo continuó muy activo en Barcelona, que siguió adelante con su transformación definitiva hacia la modernidad. Son evidencias de ello el Parque de Investigación Biomédica, junto a la playa, que es una genialidad arquitectónica, o la futurista Biblioteca Jaume Fuster, en Gràcia. La vocación de modernización también se manifiesta en la recuperación de viejos espacios que se han adaptado a la arquitectura contemporánea. Es el caso de Can Framis, una antigua fábrica del siglo XVIII ubicada en el Poblenou y reconvertida en el Museo Fundación Vila Casas, o de Can Felipa i Can Ricart, antiguos recintos fabriles situados también en el Poblenou y que ahora acogen todo tipo de actividades sociales y artísticas.
Sin duda, una de las insignias de la Barcelona contemporánea es el Mercado de Santa Caterina, en Ciutat Vella. La reforma de Enric Miralles y Benedetta Tagliabue convirtió el antiguo mercado en un espacio muy original que mantiene su esencia. El espectacular techo ondulado y colorista es un espectáculo total.
Del 22@ a los parques
El nuevo milenio se estrenaba, también, con un increíble icono que cambió para siempre la skyline de la ciudad: la Torre Agbar de Jean Nouvel, en la plaza de las Glòries, un cilindro de punta redondeada y fachada de cristal de 144 metros de altura con ventanas de diferentes colores. Y es que, si hay un barrio que concentra la innovación arquitectónica más descarada, este es el 22@, el epicentro de la innovación. El Barcelona Growth Centre es un paradigma de la nueva arquitectura: un edificio de estética futurista construido con criterios de sostenibilidad y eficacia.
Los parques de la ciudad son, seguramente, los espacios donde más libremente ha fluido la imaginación contemporánea. Las esculturas públicas más atrevidas se encuentran por doquier en el moderno parque Central de Nou Barris, en el de la Estación del Norte, en el de la España Industrial, en el del Clot o en el parque de Diagonal Mar. El parque del Fòrum, un espacio amplísimo y casi espartano, se abre en una de las zonas que mejor representa la transformación radical de esta frontera de la ciudad, tocando al Besòs.