Puntos de interés de la ciudad
La ruta del agua
La construcción de la ciudad moderna
Durante muchos siglos, el agua fue un bien escaso en Barcelona. Las sequías provocaban verdaderos desastres, ya que las viejas acequias medievales no eran suficientes para abastecer una ciudad que crecía sin cesar. Con el tiempo, las obras de canalización aumentaron, pero no fue hasta el siglo XIX cuando se crearon infraestructuras realmente eficientes. Desde entonces, la relación de la ciudad con el agua se ha ido estrechando y, hoy en día, el agua está presente en cada rincón de Barcelona.
Los primeros sistemas
En la época medieval, el agua para uso doméstico se extraía de pozos excavados en los patios de las casas o en plazas públicas. Para regadío, uso industrial y otras tareas, se utilizaba el antiguo acueducto romano. También el Rec Comtal, un canal que llevaba agua a Barcelona desde Montcada i Reixac, que estuvo en funcionamiento desde su creación en el siglo X hasta el siglo XIX, y del que se conserva un tramo descubierto en Nou Barris.
Con el crecimiento demográfico, sin embargo, el agua que llegaba al corazón de la ciudad fue insuficiente, y su explotación, motivo de largos litigios. La falta de infraestructuras, además, hizo que se retrasaran inversiones y proyectos industriales, y, mientras que en distritos como el de Horta-Guinardó abundaba el agua, a otros lugares no llegaba.
El siglo del agua
En el siglo XIX, y en el marco de la Revolución Industrial, Ayuntamiento y patronal impulsaron diversas intervenciones que fueron el germen de la cultura moderna del agua: esta empezó a llegar a las casas y a las industrias de forma sistemática, e incluso se empezó a hacer un uso recreativo de ella, tal como lo demuestran la cascada del parque de la Ciutadella, que se construyó con motivo de la primera Exposición Universal, o las fuentes de Montjuïc, creadas para la segunda.
De las obras llevadas a cabo durante el siglo XIX, se conservan depósitos, canales y otras estructuras, muchas de ellas restauradas con criterios patrimoniales e históricos, o bien recicladas para nuevos usos. Es el caso del Dipòsit de les Aigües, la balsa que abastecía la mencionada cascada y que hoy forma parte del Campus de la Ciutadella de la Universidad Pompeu Fabra. La Torre de les Aigües de L'Eixample, en la calle de Roger de Llúria, la del Poblenou (también llamada del Besòs), la Casa de l'Aigua de la Trinitat Vella, la de la Trinitat Nova o el acueducto de Dosrius, en Nou Barris, son otras muestras.
Una obra para el futuro
Nacido con el siglo XXI, el parque fluvial del Besòs es el resultado de un proyecto de recuperación medioambiental financiado en gran parte por el Fondo Europeo. Este parque, que comprende el tramo final del Besòs y se extiende desde Montcada i Reixac hasta Sant Adrià, es una de las mejores muestras de la nueva Barcelona, la que cuida de los espacios naturales y aboga por el uso sostenible del agua. La mejora del río ha comportado el saneamiento de toda esta área, la recuperación de muchos hábitats naturales y la creación de un espacio público inmenso para el disfrute de la ciudadanía: es un parque para las generaciones presentes y futuras.
Horta-Guinardó, la ciudad del agua
El distrito de Horta-Guinardó siempre ha mantenido una relación muy estrecha con el agua, que ha marcado sus orígenes. De hecho, su situación geográfica, en la sierra de Collserola, propició el nacimiento de muchos torrentes y eso marcó el desarrollo económico y social de la zona: la abundancia de agua hizo que se construyeran muchas masías y embalses y que las fuentes se convirtieran en espacios de encuentro vecinal. Ahora, es posible conocer el distrito de Horta-Guinardó desde esta especial perspectiva en la que el leitmotiv es el agua y sus usos sociales.