Barcelona es una de las pocas ciudades del mundo que puede presumir de una red de mercados distribuidos de tal manera que todos los barrios tienen uno cerca. Más allá de su aportación a la calidad de vida de los ciudadanos como impulsores de una dieta sana y equilibrada, los mercados de la ciudad miran hacia el futuro con la incorporación de nuevos servicios de acuerdo con las necesidades comerciales de nuestro tiempo. La compra en línea, el reparto a domicilio, las áreas Wi-Fi, las zonas de aparcamiento o los puntos de información son algunos de los servicios extras que ofrecen muchos mercados barceloneses. 

Los mercados de la capital catalana tienen los ojos puestos en el futuro, pero no olvidan su pasado, ya que los edificios que los alojan son un reflejo de la historia de Barcelona. Como tantos otros integrantes de la geografía urbana, los mercados han ido reflejando los cambios y transformaciones vividos con el paso del tiempo. Así, han sido protagonistas destacados en la decidida introducción de la arquitectura del hierro y del estilo modernista.

También han ido siguiendo el convulso proceso de crecimiento físico de la ciudad, ya sea a través de la absorción de antiguas poblaciones independientes —muchas de las cuales tenían un mercado— o a través de la construcción de estos equipamientos en los barrios periféricos de nueva creación surgidos a raíz de las diversas olas migratorias.

Todo ello nos ha dejado una Barcelona con una densa red de mercados: 39 alimentarios y 4 no alimentarios (los Encants Barcelona - Fira de Bellcaire, el Dominical de Sant Antoni, los Encants de Sant Antoni y el Mercado de las Flores de La Rambla), a la que se suman las ferias y los mercados de artesanos que se instalan en plazas y calles de numerosos barrios. Son espacios donde se puede comprar prácticamente de todo y auténticos puntos de reunión de los vecinos. Y todos afrontan el futuro decididos a continuar representando un papel destacado en la vida de la ciudad.