El paraíso de las rosas

El parque de Cervantes es un amplio espacio verde lleno de hierba y árboles que tiene dos accesos: la avenida Diagonal, que es la entrada principal, y la más escondida, a través de la ronda de Dalt. En este parque es muy común ver durante todo el año a personas corriendo, yendo en bicicleta o simplemente paseando y descansando en los bancos, pero el verdadero espectáculo empieza con el estallido de la primavera, cuando sus más de 10.000 rosales florecen e inundan de olores y colores las 4 hectáreas que ocupa.

Separadas y clasificadas en parterres muy bien ordenados, lo ideal para acercarse a las rosas y disfrutar de su esplendores caminar tranquilamente entre las pasarelas de césped que las delimitan, y si es descalzo mucho mejor. Este circuito botánico permite viajar por cuatro continentes y aprender sobre el difícil arte de cultivar rosas.

Lugar de tradiciones

En el parque, todos los años se celebra el Concurso de Rosas Nuevas de Barcelona, que desde el 2001 intenta recuperar la tradición por los rosales de la ciudad, que tuvo su momento inicial en las primeras décadas del siglo XX.
El jardín se ubica en los antiguos terrenos que ocupaba el torrente Estela, que recogía el agua que bajaba desde la cima de Sant Pere Màrtir. El valor arquitectónico y artístico del parque se encuentra en algunas esculturas, como la de Rombes bessons, de Andreu Alfaro, o el desnudo femenino Serenitat, esculpido por Eulàlia Fàbregas de Sentmenat.

El parque de Cervantes es un lugar único en toda Barcelona y, con los atractivos de los espacios verdes, aporta tranquilidad y esparcimiento al distrito, pero además cuenta con una joya en forma de rosaleda que nadie se tendría que perder.