Unos orígenes señoriales

Este espacio verde tiene origen en el suntuoso jardín que Ignasi Girona hizo construir en una finca de Sarrià bautizada en honor de su esposa, Amèlia de Vilanova. Durante muchos años, la familia utilizó la Quinta Amèlia como sitio de veraneo, pero en 1930 el Ayuntamiento de Barcelona destinó los terrenos a parque público, la finca se expropió y se derribó la antigua residencia de los Girona. Una parte del terreno ha quedado integrada en los jardines vecinos de Vil·la Cecília, situados en el otro lado de la calle de Santa Amèlia.

Fusión de naturaleza y arte

En los jardines crecen una cincuentena de especies botánicas, pero los reyes de la vegetación son árboles incluidos en el Catálogo de árboles de interés local de Barcelona, como un plátano de casi 90 años. En medio de un estanque se levanta la ninfa Dríade, figura de bronce considerada una de las mejores esculturas de Ricard Sala. Y no muy lejos, un efebo toca la flauta, el Encantador de serps (encantador de serpientes), escultura también en bronce del belga Jules Anthone.