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El Hort del Cànem

Fecha de descarga: 17/10/2024

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El Poblenou es un barrio lleno de memoria histórica, de gran valor patrimonial, que, a pesar de las grandes transformaciones que ha experimentado, conserva espacios repletos de recuerdos materiales e inmateriales. Es el caso del Hort del Cànem, donde hubo fábricas de indianas y textiles, una prisión y la rotativa del diario "La Vanguardia".. El Poblenou es un barrio lleno de memoria histórica, de gran valor patrimonial, que, a pesar de las grandes transformaciones que ha experimentado, conserva espacios repletos de recuerdos materiales e inmateriales. Es el caso del Hort del Cànem, donde hubo fábricas de indianas y textiles, una prisión y la rotativa del diario "La Vanguardia".
  • Patrimonio cultural

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LOS ORÍGENES DE LA LAGUNA

La zona que ocupa actualmente el Poblenou había sido, hasta el siglo XVIII, un espacio exclusivamente agrario con casas rurales dedicadas al ganado. La fachada marítima, desde la Ciutadella hasta Sant Martí de Provençals, era propiedad municipal, un espacio pantanoso utilizado como zona de pastos. Estos rasgos del terreno y su vegetación particular propiciaron topónimos como la Granota, el Joncar y la Llacuna.

El espacio donde estamos había sido una laguna en la que el agua acumulada no estaba estancada, sino que se nutría del Rec Comtal, y se cree que ya se cultivaba cáñamo en el siglo XVIII. A su alrededor había un juncal rico en caza que, alguna vez, se había convertido en un foco de fiebres y enfermedades. Los intentos de saneamiento pretendían evitar epidemias, pero también obedecían a la necesidad de ganar terrenos para la construcción.

 

Bancales y las primeras masías

El año 1716, el noble e ingeniero militar Joris Prosper Van Verboom planificó una acequia para secar la laguna, un proyecto que trajo el regadío al territorio y que favoreció la desecación de las zonas pantanosas. Como recuerdo de aquella acequia existe la calle de la Llacuna, que podría hacer referencia al camino que seguía el antiguo ramal de agua.

Durante años y de forma lenta y progresiva, los campesinos de Sant Martí, a veces legalmente, pero a menudo sin permiso (como lo demuestra la abundante cartografía que recoge varios pleitos con la ciudad de Barcelona), levantaron masías en este lugar, también conocido como «les herbes de llevant» (las hierbas de levante) porque pacía el ganado.

 

Masías frente a industrias

Familias de personas trabajadoras ocuparon parcelas más o menos grandes, las sanearon drenando hacia el mar las aguas estancadas mediante acequias, plantaron trigo y hortalizas, y construyeron masías como la de Can Canals, el Taulat d'en Llimona y la masía de Alió. Los cultivos eran muy densos y, por su calidad, las berenjenas, los brócolis, los tomates y las coles de Sant Martí de Provençals alcanzaron renombre por todo el país.

¿Y de la laguna, qué quedó? Entrado el siglo XIX, la laguna se fue configurando entre las calles Pere IV, Almogàvers y Llacuna con un aspecto bastante diferente al llegar las fábricas. La vida exclusivamente agraria que había tenido lugar hasta comienzos del siglo XVIII dio paso, con decisión y firmeza, a la industrialización, que cambió el paisaje del futuro barrio del Poblenou para siempre.

 

LAS PRIMERAS INDUSTRIAS

El Poblenou también destacó por tener aquí sus orígenes la manufactura algodonera barcelonesa, actividad que se inició hacia 1730. Desde muy pronto se utilizaron sus arenales y los prados del sector litoral de Sant Martí de Provençals para el blanqueo de tejidos en los llamados “prados de indianas”. Las “indianas” eran telas de algodón estampadas por una sola cara y recibían este nombre porque imitaban la fabricación que se realizaba en especial en la India.

 A lo largo de los siglos XVIII y XIX, en Sant Martí de Provençals empezaron las actividades fabriles que no tenían espacio en la ciudad. El Poblenou era una zona rica en regadío y conocida por sus pantanales, lo que lo convertía en un lugar adecuado para la construcción de negocios vinculados al agua. Las fábricas de indianas habían dado un paso adelante con respecto a la organización del trabajo por fases, lo que les permitió multiplicar la producción y las distinguió de los talleres artesanales. Una de las fases requería blanquear las telas, y para ello era necesario un gran espacio y mucha agua. La proximidad a la ciudad y la amplitud de los terrenos hicieron del Poblenou el espacio idóneo donde extender las telas teñidas mientras los prados eran regados por pequeños canales.

 

Los orígenes de la fábrica de indianas de la familia Canals

Uno de los primeros prados de blanqueo de Sant Martí fue el de la fábrica de indianas de Antoni Serra y Esteve Canals, de la cual existen bastantes elementos para afirmar que, si no una de las primeras del Estado español, al menos fue la primera que triunfó. Los precedentes del prado de indianas de la empresa son del año 1737. Fue entonces cuando alguna de las propiedades hizo una petición de riego del prado de blanqueo al pueblo de Sant Martí de Provençals, lo que favorecería la producción de su fábrica de indianas, tapicerías, pañuelos y otros tejidos estampados. La pureza del agua de la zona era un elemento esencial para la actividad, y un año más tarde se pidió permiso para construir en la Granota un edificio que sirviera como molino de paños en el prado.

 

Cambio de familia

Con la muerte de Esteve Canals, el año 1756, su familia adquirió todo el negocio, y uno de sus herederos, Joan Pau Canals, obtuvo del intendente general del Principado de Cataluña el agua necesaria para blanquear las piezas de indianas. A partir del siglo XIX, la familia Canals fue cediendo y vendiendo los terrenos hasta hacer desaparecer el rastro de la estirpe.


DE FÁBRICA A PRISIÓN

Justo en ese momento, gran parte de la industria se había ido trasladando al futuro barrio del Poblenou, bautizado como “Pueblo Nuevo” o “Taulat” hacia la década de 1840-1850. Poco a poco, y hasta principios del siglo XX, se instalaron fábricas de todo tipo, tanto grandes como pequeñas: de textiles, metales, vinos, jabón y velas, gas, etc. El proletariado terminó de configurar la vida de la parte sur de Sant Martí, viviendo en viviendas humildes y al lado de su puesto de trabajo. La ciudad ya estaba muy saturada.

Y es en este contexto que, el año 1882, se estableció aquí la fábrica “Godó Germans, Milà i Cia, Filatura de Jute,” con dirección en el cruce entre las calles de Enna —actualmente, Ramon Turró— y de la Llacuna, y configuró el complejo industrial conocido como El Cáñamo. La actividad de la fábrica estaba relacionada con los tejidos de yute y llegó a dar trabajo a 2.000 personas, la mayoría mujeres, que trabajaban en unas condiciones muy duras.

 

En reconversión constante

El recorrido histórico de la fábrica ha estado marcado por algunos de los acontecimientos más destacados de la historia contemporánea. Por ejemplo, fue testigo de las revueltas de la Semana Trágica de 1909, momento en el que la familia Godó cedió uno de los solares a la Guardia Civil para construir un cuartel.

Pero, de todos ellos, el más relevante fue el impacto que comportó el estallido de la Guerra Civil y la represión franquista. Durante el conflicto bélico la empresa fue colectivizada como “Societat Obrera Filadora de Jute”, pero los ataques dañaron gran parte de la fábrica. Con la entrada de las tropas insurrectas, Carlos Godó recuperó la fábrica y la cedió al gobierno franquista. Las viejas instalaciones de El Cáñamo del Poblenou se convirtieron, de 1939 a 1942, en la “Cárcel Provisional del Pueblo Nuevo”, que pretendía aliviar la masificación de la prisión Modelo.

El emplazamiento era idóneo porque estaba situado a medio camino entre La Modelo y el Campo de la Bota, un espacio de fusilamiento. Aquí se encerró a presos políticos a la espera de consejo de guerra, y también gubernativos que cumplían un arresto de 15 o 30 días (los denominados “presos comunes”). Algunas fuentes proponen que llegó a acoger a unos 10.000 presos en unas condiciones deplorables: cada preso disponía de treinta centímetros de ancho para dormir, el aire era irrespirable y las agresiones, por parte del personal penitenciario, eran brutales. Por otra parte, desde la nave se podían oír los tiros de las ejecuciones del Campo de la Bota.


DE IMPRESORA DE LA VANGUARDIA A HUERTO

El año 1942 los presos fueron trasladados a La Modelo y la prisión cerró. Por otra parte, en 1967 los Godó vendieron la fábrica al Estado y el edificio fue derribado. En cambio, en el nuevo Cáñamo, situado enfrente para mantener la actividad industrial, se instalaron, en 1968, los talleres y la rotativa del periódico La Vanguardia, que hasta entonces habían estado situados en el edificio de la calle de Pelai. La incorporación del color en las páginas de rotograbado hacía necesaria una nueva maquinaria de grandes dimensiones, y se habilitó El Cáñamo para instalar allí los nuevos talleres.

En noviembre de 1968, y con la presencia de los ministros franquistas Manuel Fraga y Laureano López Rodó, se inauguraron estas instalaciones. Esto provocó un crecimiento significativo tanto de la tirada (se alcanzaron los 217.520 ejemplares diarios) como de personal (en 1971 la plantilla era de 1.244 personas, de las cuales 274 trabajaban en el Poblenou). En el año 1989 se tuvieron que hacer nuevas reformas, a cuya inauguración asistieron tanto el alcalde Pasqual Maragall como el ministro Narcís Serra, pero el final de la rotativa estaba cerca. Con la urbanización del 22@ la empresa se deslocalizó y se trasladó, y el año 2008 se derribaron las instalaciones.

 

El presente, preservación del patrimonio

El Poblenou, un barrio lleno de memoria histórica, de gran valor patrimonial, a pesar de las grandes transformaciones de las que ha sido objeto, se mantiene como un espacio lleno de recuerdos materiales e inmateriales. Pero este depósito de recuerdos no ha sido gratuito, ha sido necesario el esfuerzo de muchas personas. Es gracias, en parte, a la acción social de vecinos y vecinas, la pericia y las entidades, que han conseguido que el patrimonio y la memoria histórica del barrio se hayan conservado. Este deseo de preservar el pasado material e inmaterial todavía tiene mucho camino por recorrer.

Conservar el espacio del Huerto del Cáñamo es, además de mantener un espacio de los vecinos y vecinas, también una fórmula perfecta para difundir la historia del lugar de la mano de gente que ama el barrio. Como si se tratara de un proceso natural, en el que las propias personas que vieron como el barrio se transformaba, como perdía sus industrias, y eran testigos de la remodelación de todo el espacio, ahora lo cuidan.

 

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Ubicación y contacto

Ubicación y contacto

El Hort del Cànem

Dirección:
Carrer de la Llacuna, 31
Districte:
Sant Martí
Barrio:
el Poblenou
Ciudad:
Barcelona

Horarios y precios

Observacions

ELS ORÍGENS DE LA LLACUNA

 

La zona que ocupa actualment el Poblenou havia estat fins al segle XVIII, un espai exclusivament agrari amb cases rurals dedicades al bestiar. La façana marítima, des de la Ciutadella fins a Sant Martí de Provençals, era propietat municipal, un espai pantanós utilitzat com a zona de pastures. Aquests trets del terreny i la seva vegetació particular van propiciar topònims com la Granota, el Joncar i la Llacuna.

 L’espai on som havia estat una llacuna on l’aigua acumulada no era estancada, sinó que es nodria del Rec Comtal, i es creu que ja s’hi conreava cànem al segle XVIII. Al voltant hi havia un joncar ric de caça que, alguna vegada, havia esdevingut un focus de febres i malalties. Els intents de sanejament volien evitar epidèmies, però també obeïen a la necessitat de guanyar terrenys per a la construcció.

 

Taulats i les primeres masies

 L’any 1716, el noble i enginyer militar Joris Prosper Van Verboom va planificar una sèquia per assecar la llacuna, un projecte amb el qual va portar el regadiu al territori i va afavorir el dessecament de les zones pantanoses. Com a record d’aquella sèquia hi ha el carrer de la Llacuna, que podria fer referència al camí que seguia l’antic ramal d’aigua.

 Durant anys i de manera lenta i progressiva, els pagesos de Sant Martí, de vegades de manera legal, però sovint sense permís (com ho demostra l'abundant cartografia que recull diversos plets amb la ciutat de Barcelona), van aixecar masies en aquest l’indret, també conegut com «les herbes de llevant» perquè hi pasturava el bestiar.

 

Masies enfront d’indústries

 Famílies de persones treballadores van ocupar parcel·les més o menys grans, les van sanejar drenant cap al mar les aigües estancades mitjançant sèquies, hi van plantar blat i hortalisses i hi van fer masies com les de Can Canals, el Taulat d’en Llimona i el mas de n’Alió. Els cultius eren molt densos i, per la seva qualitat, les albergínies, els bròquils, els tomàquets i les cols de Sant Martí de Provençals van assolir renom arreu del país.

 I de la Llacuna, què en va quedar? Entrat el segle XIX, la llacuna es va anar configurant entre els carrers Pere IV, Almogàvers i Llacuna amb un aspecte prou diferent en arribar les fàbriques. La vida exclusivament agrària que hi havia tingut lloc fins a principis del segle XVIII va donar pas, amb decisió i fermesa, a la industrialització, que va canviar el paisatge del futur barri del Poblenou per sempre.


 

LES PRIMERES INDÚSTRIES

 El Poblenou també va destacar per tenir els orígens en la manufactura cotonera barcelonina, activitat que va començar pels volts del 1730. Des de molt aviat es van utilitzar els seus sorrals i els prats del sector litoral de Sant Martí de Provençals per al blanqueig de teixits en els anomenats “prats d'indianes”. Les “indianes” eren teles de cotó estampades per una sola cara i rebien aquest nom perquè imitaven la fabricació que es feia, en especial, a l’Índia.

 Al llarg dels segles XVIII i XIX, a Sant Martí de Provençals van començar les activitats fabrils que la ciutat no podia encabir. El Poblenou era una zona rica en regadiu i coneguda pels seus aiguamolls, cosa que en feia un lloc propici per a la construcció de negocis vinculats a l’aigua. Les fàbriques d’indianes havien fet un pas endavant pel que fa a l’organització del treball per fases, cosa que els va permetre multiplicar la producció i les va distingir dels tallers artesanals. Una de les fases requeria blanquejar les teles, i per a això calia un gran espai i molta aigua. La proximitat a la ciutat i l’amplitud dels terrenys van fer del Poblenou l’espai idoni on estendre les teles tenyides mentre els prats es regaven per petits canals.

 

Els orígens de la fàbrica d’indianes de la família Canals 

Un dels primers prats de blanqueig de Sant Martí fou el de la fàbrica d'indianes d'Antoni Serra i Esteve Canals, de la qual hi ha prou elements per afirmar que va ser, si no una de les primeres de l'Estat espanyol, almenys la primera que va reeixir. Els precedents del prat d'indianes de l'empresa són de l'any 1737. Va ser aleshores quan alguna de les propietats va fer una petició de regatge del prat de blanqueig al poble de Sant Martí de Provençals, cosa que afavoriria la producció de la seva fàbrica d'indianes, tapisseries, mocadors i altres teixits estampats. La puresa de l'aigua de la zona era un element essencial per a l'activitat, i un any més tard es va demanar permís per construir a la Granota un edifici que servís com a molí draper al prat.

 

Canvi de família 

Amb la mort d'Esteve Canals, l'any 1756 la seva família va adquirir tot el negoci, i un dels hereus, en Joan Pau Canals, va obtenir de l'intendent general del Principat de Catalunya l’aigua necessària per blanquejar les peces d'indianes. A partir del segle XIX, la família Canals va anar cedint i venent els terrenys fins a fer desaparèixer el rastre de la nissaga.

 


DE FÀBRICA A PRESÓ 

Just en aquell moment, bona part de la indústria s’havia anat traslladant al futur barri del Poblenou, batejat com a “Pueblo Nuevo” o “Taulat” cap a la dècada de 1840-1850. A poc a poc, i fins a principis del segle XX, s’hi van instal·lar fàbriques de tota mena, tant grans com petites: de tèxtils, de metalls, de vins, de sabó i espelmes, de gas, etc. El proletariat va acabar de configurar la vida de la part sud de Sant Martí, vivint en habitatges humils i al costat del lloc de treball. La ciutat ja estava molt saturada. 

I és en aquest context que, l'any 1882, es va establir aquí la fàbrica “Godó Germans, Milà i Cia, Filatura de Jute”, amb adreça a la cruïlla dels carrers d'Enna —avui Ramon Turró— i de la Llacuna, i va configurar el complex industrial conegut com El Cànem. L'activitat de la fàbrica estava relacionada amb els teixits de jute i va arribar a donar feina a 2.000 persones, la majoria dones, que treballaven en unes condicions molt dures.

 

En reconversió constant 

El recorregut històric de la fàbrica ha estat marcat per alguns dels fets més notoris de la història contemporània. Per exemple, va ser testimoni de les revoltes de la Setmana Tràgica del 1909, un moment en el qual la família Godó va cedir un dels solars a la Guàrdia Civil per fer-hi una caserna. 

Però, de tots plegats, el més rellevant fou l’impacte que va comportar l’esclat de la guerra i la repressió franquista. Durant el conflicte bèl·lic l’empresa va ser col·lectivitzada com a “Societat Obrera Filadora de Jute”, però els atacs en van malmetre bona part. Amb l’entrada de les tropes insurrectes, Carlos Godó va recuperar la fàbrica i la va cedir al govern franquista. Les velles instal·lacions d'El Cànem del Poblenou es van convertir, del 1939 al 1942, en la “Cárcel Provisional del Pueblo Nuevo”, que pretenia alleujar la massificació de la presó Model. 

L’emplaçament era idoni perquè estava situat a mig camí entre La Model i el Camp de la Bota, un espai d'afusellament. S’hi van tancar presos polítics a l’espera de consell de guerra, i també governatius que complien un arrest de 15 o 30 dies (els anomenats “presos comuns”). Algunes fonts proposen que hi va arribar a haver uns 10.000 presos en unes condicions deplorables: cada pres tenia trenta centímetres d'amplada per dormir, l'aire era irrespirable i les agressions, per part del personal penitenciari, eren brutals. D'altra banda, des de la nau es podien sentir els trets de les execucions del Camp de la Bota.


 


D’IMPRESSORA DE LA VANGUARDIA A HORT 

L’any 1942 els presos van ser traslladats a La Model i la presó va tancar. D'altra banda, el 1967 els Godó van vendre la fàbrica a l'Estat i l'edifici va ser enderrocat. En canvi, al nou Cànem, situat al davant per mantenir l’activitat industrial, s'hi van instal·lar, el 1968, els tallers i la rotativa del diari La Vanguardia, que fins aleshores havien estat situades a l'edifici del carrer de Pelai. La incorporació del color a les pàgines de rotogravat feia necessària una nova maquinària de grans dimensions, i es va habilitar El Cànem per encabir-hi els nous tallers. 

El novembre de 1968, i amb la presència dels ministres franquistes Manuel Fraga i Laureano López Rodó, s’hi van inaugurar els nous tallers. Això va provocar un creixement significatiu tant de la tirada (va arribar als 217.520 exemplars diaris) com de personal (el 1971 la plantilla era de 1.244 persones, de les quals 274 treballaven al Poblenou). L’any 1989 s’hi van haver de fer noves reformes, a la inauguració de les quals van assistir tant l’alcalde Pasqual Maragall com el ministre Narcís Serra, però el final de la rotativa era a prop. Amb la urbanització del 22@ l’empresa es va deslocalitzar i traslladar, i l’any 2008 es van enderrocar les instal·lacions.

 

El present, preservació del patrimoni 

El Poblenou, un barri ple de memòria històrica, de gran valor patrimonial, tot i les grans transformacions de les quals ha estat objecte, es manté com un espai ple de records materials i immaterials. Però aquest dipòsit de records no ha estat gratuït, han estat necessaris els esforços de moltes persones. És gràcies, en part, a l'acció social de veïns i veïnes, l’expertesa i les entitats que han fet que el patrimoni i la memòria històrica del barri s'hagin conservat. Aquest desig de preservar el passat material i immaterial encara té camp per córrer. 

Conservar l'espai de l'Hort del Cànem és, a més de preservar un espai dels veïns i veïnes, també una fórmula perfecta per difondre la història del lloc sota el guiatge de gent que s'estima el barri. Com si es tractés d'un procés natural, en què la mateixa gent que va veure com el barri es transformava, com perdia les seves indústries i eren testimonis de la remodelació de tot l'espai, ara se'n cuiden.


 

 

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