A buen puerto

El nombre de Las Golondrinas era, en realidad, el nombre de la compañía que compró las primeras embarcaciones de vapor y la concesión para hacer travesías con pasajeros, en el año 1888, coincidiendo con la Exposición Universal. Desde entonces, el paseo en golondrina ha constituido una de las principales atracciones para grandes y pequeños a lo largo de todo el siglo XX, que solo se interrumpió durante la Guerra Civil.

Los catamaranes que ahora salen de Colom ofrecen un recorrido de más de una hora que llega hasta el Fòrum de Sant Adrià de Besòs, y disponen de un piso inferior con ventanas que queda por debajo de la superficie y permite la visión submarina. Junto con estas embarcaciones, siguen operativas tres viejas golondrinas tradicionales, de madera y dos pisos, de la década de 1940.

Solo un grave accidente mancha la historia de este pasatiempo tan popular: tuvo lugar en 1922, cuando un barco chocó contra una golondrina y provocó diez víctimas mortales y muchos heridos.

Barcelona desde el Mediterráneo

Tanto las golondrinas tradicionales como los catamaranes permiten observar Barcelona desde un punto de vista inusual: el mar. A bordo de estas embarcaciones es fácil imaginarse a los piratas acercándose a la ciudad o las numerosas batallas navales que tuvieron lugar en el litoral.

Hoy en día, el plácido trayecto permite disfrutar del skyline marítimo, con el Monumento a Colón, el Hotel W, la Torre Agbar, el Maremagnum, Montjuïc, el Hotel Arts y la Torre Mapfre, entre otros edificios.